Retablo
Autor: Elsa Cross
Título del texto: Retablo
Publicación: Retablo
Proyecto/ obra: Proyecto Retablo Catedral Basílica de Zacatecas. 2011
Publicado por: Terreno Baldío Arte
RETABLO
La línea en ascensión multiplicada rompe su movimiento rectilíneo en volutas y giros, sus tersos pliegues en furia arrebatada, su silencio simétrico en pasión.
Cada figura emerge como un grito, con gesto incontenible; cada imagen se yergue distendiendo del pie a la cabeza una visión de fuego, una añoranza que se agota en la presencia pura que la invade, la cubre, la sostiene.
Cada línea se abstiene de perderse.
De la tierra materna se levanta a la paterna gloria—o discurre al revés y es luz que baja.
Son rayos paralelos que descienden o vértices basálticos creciendo hacia la inmensidad.
Son cactos verticales en la faz del desierto, o los tubos de un órgano en fuga que trastoca sus tersos argumentos, sus limpias notas en materia ferviente, con la irrupción de un cuerpo, de un peso y un volumen, con sus proclamaciones exaltadas: el ceño altivo, la fuerza del mentón, el ademán que invoca o que conmina al ángel o al demonio.
En colmena recóndita selladas las figuras irradian el fuego que contienen. Son paradigmas claros o enigmas que se cierran. Son alveolos purísimos de luz como el santo Francisco, o agazapada sombra como el dominicano manto negro con su estela de horrores y su tea ensangrentada.
Son sólo un claroscuro.
Cada figura emerge del silencio, de la quietud geométrica, para encarnar las formas de la fe. Cada figura santa es vulnerada por un golpe de gracia, un toque del espíritu, una punta de lanza en el costado, un aguijón de fuego empujando sin tregua a la tarea escueta y sobrehumana, o al dolor inhumano, o a la grave oración penitencial.
La voz en el desierto—ay, sequedad del viento entre los labios.
Los estigmas abiertos—ay, carne traspasada sin piedad.
El mandato brutal—la cruz que ha de empuñarse como espada.
Y la gracia sin fin en el Niño que enciende la sonrisa, al abrigo del santo, cuando mira en el mundo que sostiene su propio suave rostro; en la Virgen que asciende, toda llena de gracia, con el vuelo y revuelo de su manto, la faz transfigurada.
Y en el fondo las líneas verticales. Son el plano infinito, el fondo primordial que en las formas finitas se desdobla, los hilos de la trama que da orden y fin al universo.
Son el Verbo divino del que se configuran las criaturas, toman su nombre y forma, existen en el tiempo y se disuelven cuando irrumpe lo eterno.